El equipo del MIT ha comenzado por las mascarillas, pero espera seguir con otros artículos realizados con tejidos
19.08.2022.- Lavender Tessmer, candidata al doctorado en el Dpto. de Arquitectura del MIT, ha desarrollado una nueva fibra activa con un proceso que -combinado con una arquitectura de punto- utiliza el calor para activar una máscara que se adapta a la cara del individuo. Con un equipo estándar y el nuevo proceso de personalización, cualquier fabricante puede crear una máscara a medida.
A su llegada al MIT, Lavender empezó a trabajar con Skylar Tibbits, fundador del Laboratorio de Autoensamblaje, donde estudia el uso de materiales que pueden activarse para percibir, responder y transformarse.
Como Lavender intentaba fabricar prendas textiles con un ajuste personalizado, pasamos enseguida a hacer máscaras personalizadas, explica Tibbits. El principal reto de cualquier personalización es que no se puede hacer que cada máscara sea única. Hay que poder producirlas en masa. Los clientes no quieren esperar semanas o meses su máscara.
Lavender creó la estructura de punto de la máscara. Las propiedades del material por sí solas no permiten una transformación precisa. Se trata básicamente de estructuras de punto en dos o tres dimensiones, que pueden modificar su estructura con cada puntada.
Tessmer también desarrolló una de las dos fibras activas necesarias para responder al calor, de modo que el tejido pudiera controlarse de forma predecible. La otra ya estaba disponible en el mercado.
Tenía que haber una relación clara entre la cantidad de calor que se aplica, el método de aplicación con el robot y el resultado deseado en la transformación dimensional del tejido, explicó Tessmer. Fue un proceso iterativo entre el desarrollo del tejido de varias capas, la medición de su cambio dimensional y, finalmente, la posibilidad de que el robot aplicara el calor de forma repetible y predecible.
A partir de las medidas standard de los rasgos faciales humanos, Tessmer introdujo las dimensiones de la cara de un individuo. Las máscaras de punto se activaron entonces gracias a un brazo robótico con una pistola que aplicaba calor para adaptarlas con precisión a las medidas faciales del futuro usuario.
Utilizando técnicas de fabricación aditiva, el equipo pudo desarrollar y probar una máscara en cinco días. En dos semanas habían producido ya 4.000 gracias a su capacidad para usar tejido computarizado en 3D.
El objetivo era transformar una mascarilla para que se adaptase a la cara de cualquier persona, añadió Tibbits. Nadie ha descubierto realmente cómo hacerlo, aparte de contratar a un sastre o tener muchas tallas estándar que nunca ajustan perfectamente.
Es importante señalar que el trabajo de Tessmer y Tibbits se centró en el ajuste de la máscara, y no en sus propiedades para filtrar el aire. Nuestro objetivo era conseguir mejores fibras y un proceso controlable y repetible para crear mascarillas a medida, explica Tessmer. Efectivamente, creamos máscaras para 9 personas diferentes para demostrar la eficacia del proceso. Ahora nos gustaría aplicar el mismo proceso a otro tipo de prendas y accesorios, como jerséis y zapatos.
Al final de cada proyecto siempre quedan cosas mejorables, por ejemplo, desarrollo de tejidos, concluye Tessmer. Pero estoy contento con el proyecto porque es una prueba de concepto de mi idea. Confío que funcione.
+ Info: https://www.mit.edu/
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